Rogelio García Lupo es un emblema del periodismo del siglo XX, ese que, según su propia perspectiva, atraviesa una crisis de resolución incierta. Nació en Buenos Aires, en la década del ´30, la que inaugura en Argentina la seguidilla de golpes de estados, que, varios años después, durante la última dictadura militar, se cobraría su propia proscripción.
Desde su rol de periodista, le puso título a momentos claves de la historia latinoamericana: cofundó con Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh y Jorge Masetti Prensa Latina, para que la Revolución Cubana se escribiera desde su propia tinta; fue corresponsal en Buenos Aires del prestigioso semanario uruguayo Marcha, de El Nacional, de Caracas y Tiempo, de Madrid; organizó el Semanario CGT de los Argentinos, con Walsh y Horacio Verbitsk; dirigió la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), durante el gobierno democrático de Héctor Cámpora y tuvo la primicia del desembarco argentino en Malvinas.
En el Día del Periodista, García Lupo advierte sobre el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación en el presente y el futuro del periodismo y reflexiona sobre las tensiones históricas de este oficio.
¿Cómo podría definir el panorama actual del periodismo?
El periodismo está atravesando una crisis técnica, que todavía no ha terminado de tocar fondo; la llegada de las comunicaciones digitales ha producido un trastorno en su estructura empresaria y profesional. Vamos a ver qué queda del periodismo como lo hemos conocido, cuando sea reemplazado por vías de comunicación digitales.
Usted se refiere a los medios digitales y a la aparición de las redes sociales…
Me refiero a esas dos cosas porque los grandes magnates de los grupos de prensa del mundo tienen una idea sobre la utilización de los medios de comunicación que no va con el desarrollo del periodismo tal como lo hemos conocido. Parecería que el periodismo sobre papel está condenado a muerte en el mediano plazo.
Hay quienes piensan, sin embargo, que estos desarrollos contribuyen a la democratización de la información
Es posible que termine consiguiéndose alguna convivencia, pero la realidad es que, en este momento, hay una decadencia del periodismo clásico del siglo XX; desconocemos que último formato va a tener el periodismo del siglo XXI.
¿La incertidumbre sobre este cambio de paradigma tecnológico no se asemeja al momento en que se temía la desaparición de la radio a causa de la llegada de la televisión?
Eso lo he escuchado varias veces, me parece un argumento que hay que tomar en cuenta, pero creo que es un consuelo. Son unos condenados a muerte que se reconfortan pensando que hubo otros que se salvaron. No creo que vaya a asistir a esta adaptación de la cibernética a los medios de transmisión de noticias o de análisis.
¿Qué visión ideológica tiene sobre lo que “debe ser” el periodismo?
Ponerle límites al periodismo es muy complicado, porque el periodismo o la edición de periódicos debe tener en cuenta dos cosas que, a menudo, se contradicen: por un lado, es una industria que tiene que funcionar y financiarse; por otro, el periodismo clásico del siglo XX tiene un peso político muy importante, así que hay que hacer convivir una empresa que debe ganar dinero y el peso político, la influencia que el periodismo tiene sobre la realidad y la formación de la opinión pública.
¿Hay posibilidad de resolverlo?
Yo creo que es difícil, se trata de cada caso. No se han podido resolver características del periodismo clásico; ese conflicto entre la industria, que tiene que producir dinero y la opinión pública, que tiene que ser informada correctamente. Y, ahora, se agrega la llegada del periodismo cibernético, de manera que, sin haber resuelto problemas anteriores, se agregan otros nuevos.
Usted pertenece a una generación en la que el periodista se formaba a través de un oficio, ¿cómo vivió el pasaje a un periodismo de nivel universitario?
Pienso que fue un desarrollo profesional que se fue consiguiendo con la adaptación a la realidad. También hubo cambios importantes desde el punto de vista técnico. En los años ´50, hubo incorporaciones importantes en la forma de imprimir, a las que hubo que adaptarse. Cuando comencé a trabajar en periodismo, todavía se escribía a mano; recuerdo la resistencia que generó la máquina de escribir. A veces, tengo oportunidad de intercambiar opiniones con los jóvenes que se inician en la profesión y no pueden creer lo que uno les relata. Yo era corresponsal de Marcha, de Montevideo y, para llegar a la hora de cierre, tenía que tomar el vapor de la carrera y viajar en persona para garantizar que no se filtrara la información.